Giorgio Chirico
A pesar de unos orígenes italianos, Chirico nace en Grecia. Su formación se inicia en 1906 en la ciudad de Munich, donde conoce la cultura alemana. Estudia la filosofía de Nietzsche, Schopenhauer y Weiminger y la pintura romántica y decadente de Arnold Böcklin y Max Klinger.
Sus primeras composiciones parten de estos postulados y de una gran admiración por las construcciones clásicas de los que salen esas escenografías en sus cuadros. Obras como Marina (1908), Lucha entre lapitas y centauros (1909), Centauro herido (1909) son ejemplos de ello.
En 1910 se encuentra en París, entra en contacto con Paul Valéry y Guillaume Apollinaire. A pesar de sus conocimientos sobre las vanguardias parisinas, en concreto del cubismo, eso no le causó ningún interés y prefirió realizar una pintura más personal basada en visiones oníricas. En éstas existen grandes escenarios arquitectónicos que ofrecen un carácter mágico a la escena, repletos de elementos cotidianos, de personajes como los maniquíes, etc. como se advierte en La estatua se ha movido, El enigma de la hora, La gran torre, Melancolía otoñal, etc.
En 1916 conoce a Carlo Carrà y comienzan a formular la teoría metafísica. Así nacen obras como Interiores metafísicos, El gran metafísico o Héctor y Andrómaca. Dos años después, junto a su hermano Savinio y a Carrà, participa en la revista Valori Plastici de M. Broglio que manifestaba el retorno al orden, a la tradición del arte italiano.
De Chirico expone con el grupo Valori Plastici en Berlín (1921) y en Florencia (1922). La importancia de la metafísica en el arte posterior es fundamental ya que sirvió de base para otros movimientos como el realismo mágico, el Novecento italiano y el surrealismo. Más tarde, su introducción en el movimiento surrealista viene de la mano del propio grupo, que ve en sus obras algunos de los postulados que ellos mismos apuntaban.
En 1925 participa en la primera exposición surrealista. Posteriormente, De Chirico rechaza sus propias investigaciones e incluso el arte contemporáneo comenzando así el llamado periodo neo-barroco, compuesto sobre todo por elementos arqueológicos y caballos.
Si algo caracteriza su obra son sus paradojas y las continuas antítesis que lleva a cabo a lo largo de su producción artística. No se siente fascinado por el pasado, sino que se encuentra sometido por tensiones modernas. La combinación moderno-tradición marca gran parte de su obra: así la unión de una fábrica y un templo, una locomotora y una nave antigua, chimeneas y columnas griegas reflejan la paradoja en la que se sumerge.
(Fuente: vespresliteraris.blogspot.com)
Vólos (Grecia), 1888 – Roma (Italia), 1978